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Plagas productos almacenados

Gorgojo
Gestión integrada de plagas en productos alimentarios almacenados

A pesar de la fuerte tendencia de los consumidores a demandar alimentos libres de residuos químicos, el control de las plagas de insectos y ácaros que proliferan en materias primas y productos elaborados en la industria alimentaria se sigue basando principalmente en un uso excesivo de tratamientos insecticidas. Las medidas preventivas y las alternativas sostenibles a los productos químicos biocidas pueden ser una opción efectiva.

Las plagas en productos alimentarios almacenados, ya sean materias primas, productos semiprocesados o alimentos elaborados, pueden ser origen de importantes daños, tanto económicos como de seguridad alimentaria. Entre las especies más importantes que producen este tipo de infestaciones se encuentran los lepidópteros como las polillas, los coleópteros como los gorgojos o los escarabajos, los psòcidos y los ácaros. En su mayoría son especies de distribución cosmopolita y su dispersión se produce a través del comercio internacional.
El control de estas plagas actualmente se basa principalmente en la aplicación de tratamientos insecticidas, a veces de forma excesiva y poco efectiva. La creciente tendencia del consumidor a exigir alimentos libres de residuos químicos y la necesidad de reducir el impacto de la actividad industrial en el medioambiente, hacen necesaria la búsqueda y aplicación de alternativas sostenibles de control de plagas, que sean efectivas y viables desde un punto de vista económico.
Asi lo explica Jordi Riudavets, investigador del Institut de Recerca i Tecnologia Agroalimentarias (IRTA), en un artículo publicado en el boletín trimestral de la Sociedad Española de Entomología Aplicada.

Pequeños intrusos que pueden producir elevados daños
La mayoría de los alimentos afectados por las contaminaciones debidas a plagas de insectos y ácaros son productos desecados de origen vegetal, como por ejemplo los cereales, las legumbres, los frutos secos, el cacao, las especias y las hierbas aromáticas y medicinales.
Aunque estas plagas pueden aparecer en las diferentes fases del proceso de elaboración y distribución de los alimentos, los principales puntos críticos se dan en los almacenes y en los silos de materia prima, en las instalaciones donde se elaboran los alimentos y en los almacenes de producto acabado.
Las materias primas pueden venir infestadas del campo, pero normalmente la infestación inicial se produce en el interior en los almacenes. Si las condiciones ambientales son favorables, las plagas pueden aumentar sus poblaciones en gran medida durante el periodo de almacenamiento.
Se estima que en los países desarrollados entre un 10% y un 20% de las materias primas se pierden debido a las plagas durante el periodo de postcosecha, y este valor aumenta de media hasta el 50% en los países en vías de desarrollo.
A las pérdidas directas hay que añadir los daños indirectos, causados por la diseminación de patógenos, como hongos productores de micotoxinas, las alergias que pueden provocar en los consumidores finales y la disminución de la calidad organoléptica y sanitaria de los alimentos elaborados.

Control integrado de plagas
La diversidad de productos alimentarios que pueden ser afectados por las plagas, de fases donde se pueden contaminar y de especies que pueden producir la infestación, hace necesario disponer de un abanico de métodos que permitan de forma integrada un control efectivo de las plagas.
Actualmente este control pasa por la implementación de programas que den prioridad a las acciones preventivas y se reserven las medidas propias de control, ya sean físicas, biológicas y químicas para los casos estrictamente necesarios.

Medidas de prevención
Según Riudavets, el componente principal de una gestión integrada de plagas es la aplicación estricta de medidas de higiene en todos los posibles puntos críticos de la cadena de transformación alimentaria.
Estas medidas incluyen:
– La limpieza a fondo de los residuos que se pueden acumular en los rincones, grietas y otros tipos de refugios donde las plagas se pueden reproducir.
– La mejora en el diseño de las instalaciones y equipos, para conseguir una una accesibilidad más fácil para su limpieza.
– La instalación de barreras que eviten el acceso de los insectos desde el exterior, como mallas en las ventanas o puertas con cierre automático.
– En los productos finales una medida muy eficaz para reducir o eliminar la contaminación cruzada es el uso de envases barrera, no atravesables por los insectos, que sean de un material y espesor adecuado.

Métodos de muestreo
De forma paralela a la prevención es necesaria una inspección regular de las instalaciones para detectar y evaluar la presencia de plagas. Esto nos permitirá dar una respuesta rápida antes de que la plaga aumente su población y sea más difícil de controlar.
El muestreo debe servir para evaluar las especies presentes, su número, su distribución y la evolución temporal de sus poblaciones. Asimismo, nos permitirá evaluar la efectividad de las medidas de control aplicadas y evitar medidas innecesarias.
Entre los métodos de muestreo disponibles actualmente están:
– Recuentos visuales del grano o de las instalaciones.
– El uso de diferentes tipos de trampas diseñadas para la captura de las especies más comunes que afectan a los productos almacenados.
– Métodos analíticos y moleculares para detectar y cuantificar las contaminaciones de plagas en los productos almacenados.

Métodos de control
A diferencia del avance registrado el desarrollo de métodos de control biológicos dentro del ámbito agrario, el control de las plagas de productos almacenados aún se basa en la aplicación abusiva de tratamientos insecticidas, explica Riudavets. Los únicos productos autorizados para el tratamiento de las materias primas y de las instalaciones donde éstas se almacenan o se procesan, son insecticidas piretroides, fosfuro de aluminio (fosfina método más eficaz y no deja residuos) y el fluoruro de sulfurilo. Estos dos últimos son fumigantes muy contaminantes para el medio ambiente y muy tóxicos para los aplicadores y los trabajadores de las industrias.
En el caso de la producción ecológica los productos autorizados son de origen natural, como las piretrinas o algunos otros extractos vegetales con actividad insecticida.
La gran limitación en el número de materias activas autorizadas, lleva a realizar tratamientos repetidos con los mismos productos, lo que implica un riesgo de aparición de insectos resistentes. Esto convierte el control químico en una herramienta muy complicada y, en algunos casos, totalmente inefectiva.
El uso de insecticidas directamente sobre los productos semiprocesados o los alimentos elaborados finales no está regulado, por lo que la implementación de otros métodos alternativos de control es necesaria. Algunas posibilidades son:
– La utilización de atmósferas modificadas con un elevado contenido de dióxido de carbono y/o bajo de oxígeno. Pueden aplicarse en las distintas fases del proceso de almacenamiento, elaboración y distribución de los cereales. Por ejemplo, durante el envasado en los paquetes destinados al consumidor final o durante el almacenamiento de las materias primas o los productos semielaborados. Las atmósferas modificadas no dejan residuos tóxicos, pueden aplicarse en alimentos elaborados finales, no requieren de plazo de seguridad, no tienen efectos nocivos medioambientales y están autorizadas en la producción ecológica.
– La aplicación de tratamientos térmicos, ya sean por calor o frío. Cada vez es más común el almacenamiento de las materias primas refrigeradas a temperaturas por debajo del límite de desarrollo de los insectos (15º-18ºC).
Las temperaturas superiores a 45ºC son letales para los insectos y ácaros. Actualmente es cada vez más común a nivel mundial la aplicación de tratamientos térmicos para el control de las plagas presentes en las instalaciones y en la maquinaria de procesado, aplicando calor con radiadores y ventiladores para aumentar la temperatura por encima de los 55ºC durante unos instantes.
– La aplicación de tierra de diatomeas, con potencial insecticida debido a su efecto desecante, ayuda a prevenir la aparición de insectos y ácaros en productos como los granos de cereales.
– La conservación al vacío de las materias primas también es una opción en algunos casos. Las presiones de vacío a las que se trabaja habitualmente no son capaces de eliminar los estadios más resistentes como los huevos, pero consiguen la parada de su desarrollo.
– El control biológico está muy poco desarrollado comercialmente para su aplicación en la industria agroalimentaria (a diferencia de la agricultura), aunque las instalaciones relativamente cerradas de las fábricas y almacenes son a priori ideales para su aplicación. De las más de 200 especies de enemigos naturales de las plagas que se comercializan a nivel mundial, solo 5 especies son capaces de parasitar o depredar plagas de productos almacenados.
El uso del control biológico tendría varias ventajas entre las que destacaría su inocuidad para los trabajadores de las industrias, los consumidores finales y el medioambiente. Pero hay que tener en cuenta que, tanto las normativas actuales de higiene como los requerimientos por parte del consumidor, no contemplan la presencia de ningún tipo de insecto en el producto final. Por lo tanto, hay que integrar el control biológico con otros métodos que eliminen los insectos vivos al final de la cadena alimentaria.

Fuente: Jordi Riudavets, Gestión Integrada de Plagas en productos almacenados, Boletín SEEA nº3, 2018

Higiene Ambiental

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