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Efectos del cambio climático sobre las aves

Internet ayudará a conocer los efectos del cambio climático sobre las aves

La Red Fenológica Nacional por Internet, que se presentó hoy, es una herramienta novedosa para recopilar las observaciones realizadas por cualquier persona interesada sobre fauna y flora, fundamentalmente de aves, que permitirá conocer cómo afecta el cambio climático a los seres vivos.
Este proyecto, al que ya se puede acceder a través de la página www.avesyclima.org, ha sido elaborado por SEO/Birdlife, en colaboración con la Secretaría General de la Contaminación y del Cambio Climático del Ministerio de Medio Ambiente y el Instituto Nacional de Meteorología.La fenología se encarga de estudiar fenómenos naturales tales como las fechas de llegada de las primeras golondrinas, los primeros cantos de los ruiseñores o el momento en que se ven los primeros pollos de cigüeña en los nidos, que se repiten todos los años y cuyas variaciones están ligadas a las condiciones meteorológicas.

SEO/Birdlife trabaja desde hace 35 años en la recopilación de información fenológica de las aves de España, a través de un grupo de trabajo encargado de coordinar la red de colaboradores en todas las provincias, que se dedican a recoger las observaciones de primeras llegadas y últimos avistamientos de determinadas especies migradoras (golondrina, vencejo, ruiseñor, etc).

Ahora, con el lanzamiento de la Red Fenológica Nacional se pretende conocer a escala nacional cómo está afectando el cambio climático a la biodiversidad, para lo cual se utilizarán las aves como principal grupo indicador, y como novedad figura la recopilación de los datos a través de Internet.

En la presentación del proyecto, Antonio Mestre, jefe del Servicio de Aplicaciones del Instituto Nacional de Meteorología, explicó que el principal interés de la fenología en la actualidad deriva de la utilidad de los datos observados como indicadores ‘muy sensibles’ del cambio climático y como evaluadores del impacto de este fenómeno.

Señaló que la fenología es una ciencia muy antigua, pues existen datos fenológicos desde el siglo XVIII, y agregó que existen muchas redes de observadores pero están desconectadas a nivel nacional e internacional.

Juan José Sanz, investigador del CSIC, subrayó que el hecho de que las aves migratorias lleguen antes o después a España es un indicador de que algo está cambiando y que algo les está pasando a estas especies.

Para recalcar la utilidad y repercusiones del proyecto, Sanz puso como ejemplo que los datos de las observaciones realizadas por voluntarios fueron utilizados por la Administración en el tema de la gripe aviar.

Señaló que hay predicciones científicas que indican que España va a ser un área de migración invernal de bastantes especies en el futuro, ‘de ahí la importancia de tener los datos registrados’.

Gracias a las observaciones, se sabe por ejemplo que la cigüeña cada vez llega más pronto a la Península y que algunas de ellas no se van nunca, mientras que con la grulla ocurre todo lo contrario, dijo Alejandro Sánchez, director ejecutivo de SEO/Birdlife.

El proyecto quiere involucrar a todos los ciudadanos para que introduzcan sus observaciones y también a la comunidad escolar, ya que tiene un sitio específico dedicado a profesores y alumnos interesados en participar en la iniciativa, denominado ‘El Rincón del Educador’.

Sánchez insistió en que se trata de implicar a los ciudadanos para que pongan su granito de arena mediante la introducción en la página de una información que ‘puede ser relevante en un futuro no muy lejano’.

Animó a los ciudadanos a participar en el proyecto para tener un gran volumen de datos, ya que el porcentaje de ‘ruido’ va disminuyendo en relación con la cantidad de información introducida.

Cualquier persona podrá introducir sus observaciones, para lo cual sólo tendrá que registrarse como usuario en la página web y volcar su información mediante un formulario.

Existen tres niveles de participación: básico, intermedio y experto, en función de los conocimientos del participante, y no es necesario que los datos que se introduzcan correspondan a este año.

Fuente: Terra Actualidad

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Cambio climático y catástrofes

Cambio climático y catástrofes

Durante 1975 hasta 1984, tan sólo tuvo lugar una catástrofe mundial. Un estudio de la Unión Europea explica que durante la década siguiente se produjeron 13 catástrofes y en la última el número de incendios, tormentas e inundaciones ha ascendido a 35. Y en la mayoría de ellos está presente el clima. Así, 3 de cada 4 catástrofes naturales son de origen hidro-meteorológico.

El Informe Stern impulsado por el Gobierno británico ha dibujado un panorama que muchos han tildado de apocalíptico y otros intuimos como cierto. El cambio de las condiciones climáticas supone ya un aumento en la intensidad y en la frecuencia de determinados fenómenos meteorológicos especialmente virulentos.

El cambio climático no es una teoría, ni está sujeto debate, sus efectos están ya entre nosotros. El año pasado, la temporada de huracanes fue la más intensa y activa desde que se registran estos fenómenos. Sólo en el Atlántico norte se produjeron 28 tormentas tropicales y quince huracanes, algunos marcaron máximos históricos. Hubo miles de muertos y pérdidas que sólo en los EEUU, superaron los 60.000 millones de dólares.

Los escenarios de sir Stern nos dejan una sonrisa helada tras leer las consecuencias del aumento de la temperatura debido al efecto invernadero: reducción en un tercio de los cultivos en África, países como Vietnam y Bangladesh anegados por la subida del nivel de los océanos, extensión de enfermedades como la malaria y el dengue y hasta 200 millones de desplazados medioambientales a causa de inundaciones y sequías. A todo ello se suman los costes que tendrán las sucesivas catástrofes. Y las poblaciones más desfavorecidas son, precisamente, las más castigadas.

Sólo entre los años 1980 y 2000 más de un millón y medio de personas perdieron la vida como consecuencia de los desastres naturales. La mayoría de estas víctimas mortales, un 53%, se produjo en los países en desarrollo a pesar de que sólo el 11% de las personas expuestas a estas amenazas naturales vive en los países más desfavorecidos. Estos datos revelan la desigual distribución del impacto de los desastres. Y establece una estrecha relación entre el nivel de desarrollo y el riesgo de verse afectados por un desastre natural.

Ante este crecimiento en número y capacidad mortal de las catástrofes naturales, las organizaciones de acción humanitaria deben contar con capacidad suficiente para responder de forma rápida y eficaz. Pronto se cumplirá el segundo aniversario del tsunami y el tercero del terremoto de Ban en Irán. La presencia de Médicos del Mundo, por ejemplo, fue posible gracias a fondos de emergencias, que aseguran que la ONG pueda tener disponible un stock de material médico y fármacos, cuente con personal capacitado, pueda realizar un seguimiento de la situación en los lugares de mayor vulnerabilidad y reaccione con inmediatez.

Y el futuro que plantea el cambio climático es amenazante. Según el Informe Stern, el aumento de dos grados en al temperatura media traerá un aumento de entre 40 y 60 millones de africanos expuestos a la malaria. La relación entre el comportamiento del mosquito transmisor y las condiciones climáticas es directa. Un aumento de la temperatura en zonas donde el parásito es endémico tiene unas consecuencias catastróficas: el periodo de incubación del parásito disminuye, la frecuencia de la picadura del mosquito aumenta y las probabilidades de supervivencia a la enfermedad se reducen.

No todo es apocalíptico. Al menos se ha comenzado a reconocer esta relación entre catástrofes, falta de desarrollo y, de forma reciente, cambio climático. Naciones Unidas ha alertado de la dificultad de cumplir con los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) como consecuencia de las pérdidas ocasionadas por los desastres y las catástrofes. La labor que realizan las organizaciones de emergencia en las crisis humanitarias e incluso los ODM pueden quedar en una anécdota con este panorama. ¿Se imaginan el esfuerzo y la movilización de recursos materiales y humanos que supuso atender a las cuatro millones de afectados por el tsunami? Pues ahora piensen en la atención que requerirán los más de 200 millones de desplazados medioambientales que puede provocar la subida de las aguas de los océanos o la desertificación.

Más información.

Teresa González, presidenta de Médicos del Mundo
Centro de Colaboraciones Solidarias

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Cambio Climático

LA ÚLTIMA ETAPA DEL CAMBIO CLIMÁTICO

Primero se habló de la capa de ozono y la destrucción del medio ambiente (entre el 15% y el 40% de las especies existentes desaparecerán de aquí a 2035); después, de la desaparición de los recursos más básicos en los países pobres (y la aparición de los llamados «refugiados climáticos»); ahora, de crisis económica mundial. Sólo esta tercera consecuencia derivada del cambio climático ha despertado todas las alarmas y un aviso: los próximos 20 años son la clave.

Dos noticias relacionadas con el cambio climático han saltado a los informativos.
Por un lado, el estreno de «Una verdad incómoda», documental que recoge las conferencias que el ex vicepresidente del Gobierno de EE UU, Al Gore, realiza por todo el mundo para explicar los efectos presentes y futuros del cambio climático en el planeta.

La otra es la presentación del Informe Stern, encargado por el Gobierno del Reino Unido y que arroja una conclusión que ha hecho saltar todas las alarmas: si en los próximos veinte años no invertimos el proceso, el cambio climático podría ser irreversible… y un varapalo para la economía mundial sin precedentes.

¿Cuál es la situación?

Según la información manejada por Al Gore, se debe comenzar por la reducción de los gases de efecto invernadero (GEI) en un 25% para el 2050 y en un 80% para finales de siglo. De no hacerlo y continuar con el ritmo de emisiones actual, en 2035 la atmósfera acumulará el doble del nivel de GEI habido antes de la Revolución Industrial, lo que se traduciría en un aumento de la temperatura de 2º C.

La relación entre gases y temperatura es exponencial: el actual ritmo de emisiones situaría el termómetro en 5º C más en 2100, la misma diferencia de grados acaecida desde la última glaciación hasta hoy.

A esta misma conclusión llega el Informe Stern, pero aporta un dato más: es la primera vez que se ponen sobre el papel las consecuencias económicas de no frenar el cambio climático.

El dato es cristalino: la reducción de CO2 a la atmósfera durante los próximos años supondrá una inversión equivalente al 1% del PIB mundial.

De no hacerlo, las repercusiones económicas (sequías, inundaciones, millones de desplazados, nuevas enfermedades, destrucción de la agricultura…) equivaldrían, en el mejor de los casos, a una destrucción del 5% de ese PIB y, en el peor, de un 20%.

Es decir: la mayor catástrofe económica de la historia.

Según Stern, son los países desarrollados los que deben hacer un esfuerzo suplementario, pues ellos dominan la tecnología necesaria para desarrollar fuentes de energía de baja emisión de carbono. Además, deben ser solidarios y aplicar esa tecnología a cualquier política de desarrollo que se dé en los países tercermundistas. A cambio, el informe augura importantes réditos económicos para Occidente: el desarrollo y comercializacíon de las nuevas fuentes de energía podría suponer del orden de 20 billones de dólares de ganancias de aquí a 2030. Sin duda, una buena recompensa.

CONSECUENCIAS

Las consecuencias medioambientales

Según la revista Science, de los 928 estudios científicos sobre calentamiento global publicados en el mundo hasta 2004, ninguno negaba el cambio climático. No hace falta irse al papel para comprobarlo. Algunos datos ya son lo suficientemente alarmantes.

De aquí a 2035, podrían extinguirse entre un 15% y un 40% de todas las especies vegetales y animales del mundo.
En el Ártico cada vez mueren más osos polares por no tener plataformas heladas sobre las que descansar. Además, en 2000 se avistaron las primeras gaviotas… ¡en el Polo Norte!
El ritmo de recesión de las nieves del Kilimanjaro, el monte más alto de África, es tal que en 2020 dejarán de existir.
Los 10 años más calurosos de la historia se encuentran entre los últimos 14. El récord pertenece a 2005. Según Oxfam, el nivel de temperatura ha subido en África medio grado en un siglo, aunque en lugares como en Kenia ha alcanzado +3,5º C.
Las consecuencias humanas

La principal es, sin duda, la carestía de agua por un lado y la subida del nivel del mar por otro.

Esto provocará lo que ya se llaman los «refugiados climáticos»: miles de personas en busca de lugares con mayor facilidad de acceso a los recursos.

Así, algunos políticos europeos ya hablan de la «seguridad climática», consistente en pensar no sólo en el calentamiento, sino también en sus consecuencias geoestratégicas.

Como siempre, si el cambio climático no se detiene, los peor parados serán los pobres.

Para muestra, un botón:

– En los últimos 40 años, la disponibilidad de agua de cada africano se ha reducido en una tercera parte.
– La recesión de las cumbres nevadas provoca que insectos como el mosquito de la malaria alcance cotas más altas y ataque a poblaciones hasta ahora protegidas contra esta enfermedad.
A ella se unen virus como el del Ébola, el SARS o la gripe aviar. Los dos primeros se han cebado especialmente con la población tercermundista.
– Si los polos se deshelasen, el nivel del mar subiría de tal manera que ciudades como Nueva York o Miami y zonas como los Países Bajos, el golfo de Bengala o las islas del Pacífico dejarían de existir.
Esto implicaría millones de desplazados sin comida, agua ni techo.
– Estas carestías provocarán que muchos países en desarrollo, especialmente en África y Asia, acaben siendo «estados fallidos», en los que cualquier avance social, económico o democrático quede enterrado por la falta de los recursos más básicos.

LAS SOLUCIONES

A pesar de los datos ofrecidos, el Informe Stern pretende ofrece una serie de soluciones que son alentadoras porque parten, fundamentalmente, de un hecho tranquilizador:
no hace falta elegir entre evitar el cambio climático o promover el crecimiento y el desarrollo económico, pues ambos son compatibles si se siguen estas tres variables:

– FIJACIÓN DEL PRECIO DEL CARBONO: el CO2 debe tener un precio, aplicado a través de impuestos, comercio de emisiones o regulación

– TECNOLOGÍAS BAJAS EN CARBONO: ese dinero recaudado debe emplearse en la creación de mercados de tecnologías y otros bienes y servicios bajos en carbono (los medios de transporte, por ejemplo). Unos mercados que derivarían en miles de puestos de trabajo y en cientos de billones de euros anuales. Para que sean efectivos, esa tecnología, dominada por el Primer Mundo, debe ser compartida con el Tercero, convirtiéndola en un bien común.

– ELIMINACIÓN DE BARRERAS: para la eficiencia energética y para informar, educar y persuadir a las personas acerca de lo que pueden hacer para responder al cambio climático: en todas las políticas de desarrollo se debe integrar plenamente el conocimiento sobre el calentamiento global.

Es decir, tres soluciones que unen por fin los intereses de unos y otros: que no merme la economía y que, a la vez, se salve al país de un desastre ecológico sin comparación.

En las manos de todos está el conseguirlo.

De Kioto a Nairobi

Uno de los intentos más cacareados de unión mundial contra el cambio climático fue el Protocolo de Kioto.

Algunos hablan de primer paso y otros, de fracaso.

¿En qué consiste?

– En 1997, los países industrializados se reunieron en esta ciudad japonesa y se comprometieron a reducir los gases de efecto invernadero. Esa reducción era del 5,2% de media entre 2008 y 2012 (referencia: datos de 1990).

– El protocolo sería de obligado cumplimiento siempre que lo ratificasen los países industrializados responsables de, al menos, un 55% de las emisiones de CO2. Esto se consiguió en noviembre de 2004, con la ratificación de Rusia. Así, entró en vigor el 16 de febrero de 2005.

– La otra punta de lanza del acuerdo era la promoción de un desarrollo sostenible a través de energías no convencionales. De todos los países desarrollados, sólo dos lo han firmado pero no ratificado: Australia y EE UU. Este último aduce que, aunque está de acuerdo con el fondo, no comparte que países en vías de desarrollo que emiten gran cantidad de CO2 a la atmósfera (China e India, principalmente), queden excluidos de la obligación al no estar industrializados, lo que perjudica negativamente la economía estadounidense.

– España es el país de la UE que más incumple el Protocolo: hasta 2005, sus emisiones habían subido hasta un 53%, cuando no deberían haber pasado el 15%.

– A pesar del panorama, ya se habla de un post-Kioto: se producirá en la Cumbre Mundial sobre Cambio Climático de Nairobi, del 6 al 17 de noviembre, destinada a imponer nuevas medidas hasta 2035.
Fuente: «Una Verdad Incómoda»
Greenpeace e Informe Stern.
«Una Verdad Incómoda»
Oxfam e Informe Stern.