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Cambio Climático

LA ÚLTIMA ETAPA DEL CAMBIO CLIMÁTICO

Primero se habló de la capa de ozono y la destrucción del medio ambiente (entre el 15% y el 40% de las especies existentes desaparecerán de aquí a 2035); después, de la desaparición de los recursos más básicos en los países pobres (y la aparición de los llamados «refugiados climáticos»); ahora, de crisis económica mundial. Sólo esta tercera consecuencia derivada del cambio climático ha despertado todas las alarmas y un aviso: los próximos 20 años son la clave.

Dos noticias relacionadas con el cambio climático han saltado a los informativos.
Por un lado, el estreno de «Una verdad incómoda», documental que recoge las conferencias que el ex vicepresidente del Gobierno de EE UU, Al Gore, realiza por todo el mundo para explicar los efectos presentes y futuros del cambio climático en el planeta.

La otra es la presentación del Informe Stern, encargado por el Gobierno del Reino Unido y que arroja una conclusión que ha hecho saltar todas las alarmas: si en los próximos veinte años no invertimos el proceso, el cambio climático podría ser irreversible… y un varapalo para la economía mundial sin precedentes.

¿Cuál es la situación?

Según la información manejada por Al Gore, se debe comenzar por la reducción de los gases de efecto invernadero (GEI) en un 25% para el 2050 y en un 80% para finales de siglo. De no hacerlo y continuar con el ritmo de emisiones actual, en 2035 la atmósfera acumulará el doble del nivel de GEI habido antes de la Revolución Industrial, lo que se traduciría en un aumento de la temperatura de 2º C.

La relación entre gases y temperatura es exponencial: el actual ritmo de emisiones situaría el termómetro en 5º C más en 2100, la misma diferencia de grados acaecida desde la última glaciación hasta hoy.

A esta misma conclusión llega el Informe Stern, pero aporta un dato más: es la primera vez que se ponen sobre el papel las consecuencias económicas de no frenar el cambio climático.

El dato es cristalino: la reducción de CO2 a la atmósfera durante los próximos años supondrá una inversión equivalente al 1% del PIB mundial.

De no hacerlo, las repercusiones económicas (sequías, inundaciones, millones de desplazados, nuevas enfermedades, destrucción de la agricultura…) equivaldrían, en el mejor de los casos, a una destrucción del 5% de ese PIB y, en el peor, de un 20%.

Es decir: la mayor catástrofe económica de la historia.

Según Stern, son los países desarrollados los que deben hacer un esfuerzo suplementario, pues ellos dominan la tecnología necesaria para desarrollar fuentes de energía de baja emisión de carbono. Además, deben ser solidarios y aplicar esa tecnología a cualquier política de desarrollo que se dé en los países tercermundistas. A cambio, el informe augura importantes réditos económicos para Occidente: el desarrollo y comercializacíon de las nuevas fuentes de energía podría suponer del orden de 20 billones de dólares de ganancias de aquí a 2030. Sin duda, una buena recompensa.

CONSECUENCIAS

Las consecuencias medioambientales

Según la revista Science, de los 928 estudios científicos sobre calentamiento global publicados en el mundo hasta 2004, ninguno negaba el cambio climático. No hace falta irse al papel para comprobarlo. Algunos datos ya son lo suficientemente alarmantes.

De aquí a 2035, podrían extinguirse entre un 15% y un 40% de todas las especies vegetales y animales del mundo.
En el Ártico cada vez mueren más osos polares por no tener plataformas heladas sobre las que descansar. Además, en 2000 se avistaron las primeras gaviotas… ¡en el Polo Norte!
El ritmo de recesión de las nieves del Kilimanjaro, el monte más alto de África, es tal que en 2020 dejarán de existir.
Los 10 años más calurosos de la historia se encuentran entre los últimos 14. El récord pertenece a 2005. Según Oxfam, el nivel de temperatura ha subido en África medio grado en un siglo, aunque en lugares como en Kenia ha alcanzado +3,5º C.
Las consecuencias humanas

La principal es, sin duda, la carestía de agua por un lado y la subida del nivel del mar por otro.

Esto provocará lo que ya se llaman los «refugiados climáticos»: miles de personas en busca de lugares con mayor facilidad de acceso a los recursos.

Así, algunos políticos europeos ya hablan de la «seguridad climática», consistente en pensar no sólo en el calentamiento, sino también en sus consecuencias geoestratégicas.

Como siempre, si el cambio climático no se detiene, los peor parados serán los pobres.

Para muestra, un botón:

– En los últimos 40 años, la disponibilidad de agua de cada africano se ha reducido en una tercera parte.
– La recesión de las cumbres nevadas provoca que insectos como el mosquito de la malaria alcance cotas más altas y ataque a poblaciones hasta ahora protegidas contra esta enfermedad.
A ella se unen virus como el del Ébola, el SARS o la gripe aviar. Los dos primeros se han cebado especialmente con la población tercermundista.
– Si los polos se deshelasen, el nivel del mar subiría de tal manera que ciudades como Nueva York o Miami y zonas como los Países Bajos, el golfo de Bengala o las islas del Pacífico dejarían de existir.
Esto implicaría millones de desplazados sin comida, agua ni techo.
– Estas carestías provocarán que muchos países en desarrollo, especialmente en África y Asia, acaben siendo «estados fallidos», en los que cualquier avance social, económico o democrático quede enterrado por la falta de los recursos más básicos.

LAS SOLUCIONES

A pesar de los datos ofrecidos, el Informe Stern pretende ofrece una serie de soluciones que son alentadoras porque parten, fundamentalmente, de un hecho tranquilizador:
no hace falta elegir entre evitar el cambio climático o promover el crecimiento y el desarrollo económico, pues ambos son compatibles si se siguen estas tres variables:

– FIJACIÓN DEL PRECIO DEL CARBONO: el CO2 debe tener un precio, aplicado a través de impuestos, comercio de emisiones o regulación

– TECNOLOGÍAS BAJAS EN CARBONO: ese dinero recaudado debe emplearse en la creación de mercados de tecnologías y otros bienes y servicios bajos en carbono (los medios de transporte, por ejemplo). Unos mercados que derivarían en miles de puestos de trabajo y en cientos de billones de euros anuales. Para que sean efectivos, esa tecnología, dominada por el Primer Mundo, debe ser compartida con el Tercero, convirtiéndola en un bien común.

– ELIMINACIÓN DE BARRERAS: para la eficiencia energética y para informar, educar y persuadir a las personas acerca de lo que pueden hacer para responder al cambio climático: en todas las políticas de desarrollo se debe integrar plenamente el conocimiento sobre el calentamiento global.

Es decir, tres soluciones que unen por fin los intereses de unos y otros: que no merme la economía y que, a la vez, se salve al país de un desastre ecológico sin comparación.

En las manos de todos está el conseguirlo.

De Kioto a Nairobi

Uno de los intentos más cacareados de unión mundial contra el cambio climático fue el Protocolo de Kioto.

Algunos hablan de primer paso y otros, de fracaso.

¿En qué consiste?

– En 1997, los países industrializados se reunieron en esta ciudad japonesa y se comprometieron a reducir los gases de efecto invernadero. Esa reducción era del 5,2% de media entre 2008 y 2012 (referencia: datos de 1990).

– El protocolo sería de obligado cumplimiento siempre que lo ratificasen los países industrializados responsables de, al menos, un 55% de las emisiones de CO2. Esto se consiguió en noviembre de 2004, con la ratificación de Rusia. Así, entró en vigor el 16 de febrero de 2005.

– La otra punta de lanza del acuerdo era la promoción de un desarrollo sostenible a través de energías no convencionales. De todos los países desarrollados, sólo dos lo han firmado pero no ratificado: Australia y EE UU. Este último aduce que, aunque está de acuerdo con el fondo, no comparte que países en vías de desarrollo que emiten gran cantidad de CO2 a la atmósfera (China e India, principalmente), queden excluidos de la obligación al no estar industrializados, lo que perjudica negativamente la economía estadounidense.

– España es el país de la UE que más incumple el Protocolo: hasta 2005, sus emisiones habían subido hasta un 53%, cuando no deberían haber pasado el 15%.

– A pesar del panorama, ya se habla de un post-Kioto: se producirá en la Cumbre Mundial sobre Cambio Climático de Nairobi, del 6 al 17 de noviembre, destinada a imponer nuevas medidas hasta 2035.
Fuente: «Una Verdad Incómoda»
Greenpeace e Informe Stern.
«Una Verdad Incómoda»
Oxfam e Informe Stern.

 

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Plagas

La invasión de los insectos

Ya no se publican noticias sobre la plaga de langostas que asoló África durante este año, llegando hasta Canarias. No significa nada. Tampoco llegó hasta nuestros oídos que también hubo otra plaga de langostas en Nicaragua, que las hormigas locas amarillas han invadido el norte de Australia o una plaga de áfidos dañaron en cinco meses 720 hectáreas de bosque nativo de Chile. Aunque no suponen un excesivo aumento de plagas con respecto a otros años, ponen en evidencia cambios climáticos que se están produciendo y la actuación humana en todo ello.

En mayo de 2004 llegaba a los periódicos españoles la noticia de una posible plaga de langostas en África. Lo que no conocíamos es que ya en enero de 2003 comenzaron los primeros avisos y que desde octubre de ese año las fumigaciones eran frecuentes. La falta de medios locales y la desidia internacional fueron cómplices de un clima que favoreció la procreación de las langostas hasta convertirlas en una plaga fatal para los cultivos africanos. Lo que luego pudimos ver en la isla de Fuerteventura fueron simplemente ejemplares tan adultos y cansados que no causaron apenas estragos. Sin embargo la imagen quedó en nuestras retinas.
A día de hoy nos encontramos con que desde octubre de 2003 los países afectados por estos insectos se han gastado más de 45 millones de dólares para controlarlos. Y los daños son tan grandes que África necesitará este año más comida de la prevista. De hecho en Mauritania las langostas han devorado el 80% de los cultivos de cereales. Un mal de proporciones tan grandes que no podrán evaluarse hasta que termine el problema. Pero si queremos tomar una referencia, señalaremos que para erradicar la última plaga de langostas del desierto -que tuvo lugar entre 1987 y 1989-, hicieron falta varios años y más de 300 millones de dólares.
Pero, ¿a qué se debe esta plaga devastadora? Para Pedro Hernández Crespo, científico titular del CSIC, «El motivo no se sabe exactamente, pero se conocen los factores que favorecen la reproducción de langostas. Tiene que haber un período seco y luego llover -pero no de manera torrencial-, lo que favorece la eclosión de huevos. Entonces salen muchos insectos y comienza la gregarización. Si no se controla la langosta y al año siguiente se dan las mismas condiciones climáticas, tendremos una plaga». Como una plaga de este tipo sucede cada siete o diez años en África los científicos han intentado determinar si era algo cíclico. A la conclusión que llegaron es que se debía a la falta de esfuerzos para controlar las langostas. La clave para su control es precisamente actuar antes de que cambien su comportamiento, algo característico de este insecto. La langosta vive a su aire hasta que hay muchas a su alrededor, entonces es cuando cambia su comportamiento volviéndose gregaria. Los insectos en lugar de estar separados tienden a estar más juntos. «Las plagas de langosta están asociadas a condiciones favorables, no a regularidad de clima. Es simplemente que se deja de controlarlas. El tratamiento preventivo es lo que consigue que no haya plagas», concluye el científico del CSIC. De hecho en España hay langosta marroquí en La Serena, que no se convierte en plaga porque cada año el Servicio de Protección de los Vegetales trata la zona para que los animales no se gregaricen.

Los insectos colonizan más terreno

Pero aunque no se sepa a ciencia cierta qué produce tantas langostas, sí se conoce cuáles son las circunstancias que facilitan la reproducción y el crecimiento de los insectos: por un lado un clima seco y con altas temperaturas, sumado a la abundancia de comida en la zona del insecto y a la ausencia de organismos que perjudiquen a la plaga o la presencia de otros que la beneficien. De modo que si hace un tiempo favorable, hay comida y no hay depredadores a la vista… la población se desborda. En todo ello el clima es fundamental y salta a la vista que éste está cambiando justo hacia los parámetros que benefician a los insectos: hacia un incremento de las temperaturas. Ya en 1995 un reportaje del semanario Tiempo indicaba siete plagas que amenazaban a nuestro país en un futuro próximo, y entre ellas se indicaba la invasión de plagas africanas: «El aumento de las temperaturas y el avance del desierto hacia el norte traerá consigo la llegada de plagas, como la langosta africana, que encontrará en España las condiciones que se dan en su hábitat natural». De momento el viento las ha llevado a Canarias, pero no se descarta que próximamente este tipo de plagas se den en la península. De hecho en 1954 llegaron a Reino Unido y no era precisamente su clima ideal. El semanario completaba su lista de plagas debidas al cambio climático indicando el incremento del nivel del mar, cambios en las lluvias aumentando las gotas frías, sequía, nuevas estaciones, avance del desierto y aumento de temperatura. En aquel año se suponía que subiría dos grados, sin embargo en 2001 los mil expertos que publicaron el Panel Intergubernamental del Cambio Climático indicaron que el incremento sería de casi seis grados en el siglo XXI. Lo que en 1995 era una visión catastrofista, hoy parece una ingenuidad infantil. De hecho ya está constatado que la temperatura del planeta aumentó durante el siglo XX 0,6 grados centígrados y sólo con este incremento en los Alpes ciertas especies vegetales emigran hacia las cumbres entre uno y cuatro metros cada década. Ángeles Vázquez, profesora titular de Entomología en la Universidad Complutense de Madrid, sostiene que «con el medio grado que ha subido la temperatura, algunas especies de insectos típicamente mediterráneas que viven exclusivamente en la costa se están introduciendo en zonas más centroeuropeas. Entre ellas se cuentan algunas especies de jejenes.

Aparentemente no hay más plagas que hace décadas, pero los insectos colonizan nuevos territorios gracias al incremento de las temperaturas.
Más que incremento de insectos, lo que está sucediendo es que se está favoreciendo la presencia de algunas plagas en zonas donde antes no habían llegado». Sin embargo la entomóloga se queja de la falta de datos que tenemos: «Sin duda es posible que si nuestras temperaturas siguen subiendo se favorecerá la entrada de plagas africanas, por ejemplo, pero probablemente no nos enteremos porque tenemos poca información sobre insectos. No hay proyectos financiados y meterse en taxonomía requiere mucho tiempo, con lo cual hay muchísimas especies que desconocemos». Ella apunta a que no sólo el cambio climático afecta a la propagación de plagas; los movimientos de gentes y también de productos ayudan a que se extiendan por todo el planeta. Y ahí tenemos dos ejemplos: los inmigrantes que recibe nuestro país están fomentando los parasitismos, como las microtenias que prácticamente estaban desaparecidas en España. En otro ámbito de cosas, los cítricos de Valencia están afectados en tal medida por la mosca azul que EEUU no autoriza a que ninguna de estas frutas entren dentro de su territorio, para evitar que la plaga se propague entre sus propios frutales. Igual que la temperatura se incrementa poco a poco, a ese mismo ritmo las especies suben más al norte, y las enfermedades tropicales -transmitidas por insectos- se propagan más. Aparentemente no hay más plagas que hace décadas, pero los insectos colonizan nuevos territorios gracias al incremento de las temperaturas. Baste un dato que aporta Ángeles Vázquez: «En el mundo están menos controladas las enfermedades parasitarias tropicales que en el año 64. Y esa falta de control está directamente asociada a la falta de control sobre los insectos que transmiten esas enfermedades, con lo cual no podemos decir que estamos en una situación mejor frente a las plagas. En los países de desarrollo tenemos medicación para cuidar a la gente, pero a nivel mundial estamos en retroceso y eso sin duda alguna se debe a ese abandono que tenemos el Primer mundo del Tercer mundo. Fíjate que hay empresas farmacéuticas que dejan de fabricar productos contra enfermedades que solamente se dan en países pobres porque no les pagan los productos. Prefieren hacer una crema para el pelo que emplear el tiempo en elaborar un producto insecticida que luego no les van a pagar, por ejemplo. O un medicamento para la enfermedad del sueño, que no se da más que en países con un nivel de vida muy bajo y no van a poder cobrarlo. Incluso a veces algunos laboratorios tienen productos relativamente económicos para algunas plagas y dejan de fabricarlos para hacer otros más caros, de difícil accesibilidad para los países del tercer mundo». Sin duda la temperatura sigue elevándose y ya casi ningún científico se atreve a desmentir que esto se debe a la acción del hombre sobre el planeta. Pero si a los efectos -que de momento son a pequeña escala- tampoco ponemos freno, es posible que la tierra se convierta en un futuro infierno. Y no habrá nadie más a quien señalar que el propio hombre.

Texto: Marta Iglesias
Fuente: Revista Fusión

 

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Prevención de Legionella

LEGIONELOSIS

Una investigación ambiental realizada por el GELeg (Grupo de Estudio de la Legionelosis) en 20 hospitales catalanes revela que en el 85% de los centros el sistema de agua sanitaria está afectada por Legionella. Si a esto sumamos el hecho de que en todos los casos de afectación se han terminado diagnosticando casos de neumonía causada por la bacteria, vemos que estamos ante una situación que debe controlarse.

En ese sentido, y ya que se ha detectado una incidencia tan alta, ¿Por qué no realizar controles sistemáticos en todos los hospitales y tomar las medidas necesarias para mitigar la incidencia de legionella (una vez presente ya no es posible eliminar su presencia, pero sí reducir la colonización)?

PREVENCION CONTROL DE LEGIONELLA

En un hospital afectado por legionella, la bacteria se encuentra presente en toda la red de distribución y particularmente en el biofilm que recubre las cañerías, donde es muy difícil conseguir una eficacia alta mediante el uso de cloro. En todo caso, es necesario su uso en el circuito de agua fría combinado con una temperatura constante de 50°C en la red de agua caliente (60°C en los acumuladores). También puede usarse la liberación de iones Cu/Ag en el agua sanitaria, el método que hasta la fecha se ha mostrado más eficaz.
Por otro lado, y en los casos en que no sea suficiente con estas medidas para controlar la colonización, deberán emplearse métodos de desinfección local complementarios: rayos ultravioleta, ozono, hipercalentamiento instantáneo o el uso de filtros.

Tanto el primer brote conocido de legionella en un hospital como el que provocó más casos (218) han tenido lugar en los Estados Unidos, concretamente en un centro psiquiátrico de Washington D.C. (1965) y en el Wadsworth Veterans Administration Center de Los Ángeles.

Nota: este texto es un resumen de la conferencia Legionelosis nosocomial (en pdf), del Dr. Miquel Sabrià, pronunciada después de la publicación del artículo Presence and chromosomal subtyping of Legionella species in potable water systems in 20 Hospitals. Infection Control and Hospital Epidemiology (en pdf). Dicho artículo ha servido para que la legislación (en primer lugar a nivel catalán y en 2003 a nivel estatal) incorpore la obligación de realizar tests de legionella en los hospitales.

Más información.