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Los microplásticos

Los microplásticos
Los microplásticos, un nuevo contaminante de la cadena alimentaria

La contaminación de la cadena alimentaria con microplásticos ha despertado recientemente un gran interés entre consumidores y científicos. Aunque la información disponible actualmente sobre los potenciales efectos adversos de los microplásticos en la salud humana es escasa y no existen por el momento requisitos regulatorios para controlar este tipo de contaminación, hay indicios de una necesidad urgente de cambiar esta situación.

La producción mundial de plástico fue de 335 millones de toneladas métricas en 2016 y, según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, cada año van a parar al océano más de 8 millones de toneladas de plástico.
Dentro de este grave problema de contaminación ambiental oímos hablar recientemente de los llamados microplásticos, pedazos diminutos de este material, que se están distribuyendo prácticamente por todas partes, incluidos los alimentos que comemos y el agua que bebemos.

Los microplásticos se están empezando a contemplar como una amenaza para la inocuidad de los alimentos, a pesar de que la evaluación de riesgos en este sentido es todavía muy incipiente y falta información cualitativa y cuantitativa sobre su ocurrencia, efectos adversos sobre la salud y modo de acción, para poderlos incluir como peligros potenciales en un plan de seguridad alimentaria.
Esta falta de información así como de estrategias de mitigación del riesgo para controlar la contaminación por microplásticos en la cadena alimentaria, hace que por el momento no existan requerimientos legales para aumentar la seguridad alimentaria humana contra la contaminación por plástico.

Microplásticos en todo el mundo

Dado su pequeño tamaño, los microplásticos escapan a los sistemas de filtración del agua y terminan en los océanos u otros cuerpos de agua. El uso extensivo e indiscriminado de envases de alimentos y bebidas, textiles sintéticos, pinturas, productos cosméticos o equipos electrónicos es también uno de los principales contribuyentes a la contaminación por microplástico en el medioambiente y la cadena alimentaria.
Preocupante es, además, que junto con el plástico, se dispersan también las sustancias químicas que se le añaden para mejorar sus propiedades, como plastificantes, colorantes, estabilizantes, etc. , que se introducen así también en la cadena alimentaria.
A nivel mundial, son seis materiales plásticos los que se utilizan más intensamente: polietileno (PE, densidad alta y baja), polipropileno (PP), cloruro de polivinilo (PVC), poliestireno (PS, incluyendo PS expandido o EPS), poliuretano (PUR) y tereftalato de polietileno (PET).


Microplásticos en la cadena alimentaria

Los microplásticos son muy persistentes en el medioambiente y representan una grave amenaza para los organismos marinos y de agua dulce, así como para los humanos, ya que se encuentran al final de la cadena alimentaria. La ingestión de agua contaminada con microplásticos es la principal vía de exposición para diversas especies acuáticas.

Otra vía de acumulación de microplásticos es la exposición externa, cuando los microplásticos entran en contacto con las superficies externas del organismo y se desplazan desde el exterior hacia el organismo, en mayor o menor intensidad dependiendo de la concentración y tamaño de las partículas plásticas, asi como de la naturaleza específica del organismo.
Investigaciones recientes han observado ingestión de microplásticos en peces, bivalvos y crustáceos incluidas especies de importancia comercial. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), en un estudio de 25 especies de peces de importancia comercial realizado en 2016, se encontró que 11 contenían microplásticos.


Otro estudio publicado en 2014 constató que en los países europeos con un elevado consumo de crustáceos, los consumidores ingirieron hasta 11.000 partículas de microplástico por año, mientras que en los países con un bajo consumo de estos artrópodos los consumidores ingirieron una media de 1.800 microplásticos por año.
El problema no sólo se ha detectado en productos del mar sino también en la cerveza, la miel, la sal o el agua mineral.

Microplásticos y seguridad alimentaria

El estudio de la contaminación de los alimentos con partículas de plástico y su impacto sobre la seguridad alimentaria humana es un campo emergente, con muchas lagunas de conocimiento todavía. La evaluación de los posibles riesgos requiere conocer el peligro, es decir el potencial de causar efectos adversos, los niveles de exposición según las cantidades detectadas en los alimentos y sus efectos, mediante la identificación de las relaciones dosis-respuesta y los niveles umbral.

Como hemos comentado, los microplásticos pueden actuar como vehículos de contaminantes ambientales y también de químicos que se agregan durante su proceso de fabricación, como el estireno, metales tóxicos, los ftalatos, el bisfenol A, los bifenilos policlorados y los hidrocarburos aromáticos policíclicos, que pueden quedar absorbidos en la superficie de los microplásticos y formar sustratos. Estos contaminantes pueden transferirse a los tejidos del animal una vez que éste ingiere el plástico y deteriora funciones clave de su cuerpo.

Además, estudios han constatado la presencia de bacterias patógenas, como Vibrio spp., Escherichia coli y Bacillus cereus en los desechos de plástico. Todavía se desconoce si los organismos patógenos en los residuos plásticos sobreviven hasta el final de la cadena alimentaria., pero la comunidad científica ha expresado su preocupación por las posibles nuevas rutas de contaminación e introducción de patógenos, a través de los microplásticos, en el suministro de alimentos.
Igual que sucede con otros contaminantes químicos relevantes para la seguridad alimentaria, la acumulación potencial de microplásticos en la cadena alimentaria podría tener efectos adversos en la salud humana, ya que los seres humanos están muy probablemente expuestos a niveles más altos de microplásticos que, por ejemplo, los mariscos.

En estudios realizados en animales se han confirmado efectos adversos como disfunciones en la reproducción de animales marinos provocada por la exposición a microplásticos de poliestireno, disrupción endocrina en peces adultos de agua dulce por ingestión de polietileno o alteración de la expresión de genes en peces machos expuestos a plástico. En el caso de los efectos sobre la salud humana existe todavía un vacío de conocimiento.

Fuente: https://www.foodsafetymagazine.com/
Higiene Ambiental

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Faros de España

Faro de Maspalomas
10 faros en bellos espacios naturales de España que deberías visitar. Visitar un faro y su entorno marítimo siempre es una excursión de naturaleza muy recomendable.

Los faros tienen una utilidad práctica desde la antigüedad, que es servir de guía a los barcos. Pero tienen además una utilidad estética, ya que ayudan a formar una estampa muy bella en los espacios naturales donde se ubican. En España se pueden admirar una gran diversidad de faros en todo tipo de espacios naturales, algunos de ellos protegidos, como los 10 faros que se recomiendan en este artículo: desde el faro de cabo de Palos, en Murcia, hasta el de Isla Pancha de Lugo. Algunos de ellos incluso se muestran en vídeos a vista de pájaro.

1. Faro de cabo de Palos, Cartagena (Murcia)
Este faro se ubica sobre el montículo más alto del cabo de Palos. La cercanía del mar Menor (palus o laguna en latín) da origen al nombre, lo que también habla de la historia de este sitio, que fue un templo romano o una torre defensiva contra los piratas berberiscos. Las vistas al mar son impresionantes, así como sus alrededores: la Reserva Marina de cabo de Palos e Islas Hormigas.

2. Faro de Formentor, Mallorca (Islas Baleares)
El faro de la península de Formentor, a 210 metros sobre el nivel del mar en el lugar más al norte de Mallorca, brinda unas vistas espectaculares. Sus elevados acantilados, su intrincada carretera, sus miradores o sus calas (como Formentor, Figuera o Murta) hacen de su entorno natural un espacio único para contemplar la puesta del sol en el mar Mediterráneo.

3. Faro de Isla Pancha, Lugo (Galicia)
En la parte más externa de la ría de Ribadeo, y a unos dos kilómetros de la localidad de Ribadeo, se localiza la isla Pancha. Allí se construyó en 1857 un faro que estuvo operativo hasta 1983. Este bello espacio natural, donde también se puede disfrutar de la playa de Aguas Santas o de Las Catedrales, está incluido en varias figuras de protección ambiental, como la Red Natura 2000.

4. Faro de Punta Orchilla, El Hierro (Islas Canarias)
Antes de Greenwich, el meridiano cero pasó por Punta Orchilla al ser considerado por Ptolomeo como la última tierra de occidente. Su faro, terminado en 1930, se encuentra en aquel punto de la cartografía antigua. Su paisaje volcánico o sus espacios naturales, como La Dehesa en el Parque Rural de La Frontera, son algunos de sus atractivos.

5. Faro de Trafalgar, Cádiz (Andalucía)
En el municipio gaditano de Barbate se ubica el faro de Trafalgar, levantado en 1860. Su entorno natural es muy apreciado para disfrutar de sus senderos o de sus playas de aguas azules y arena fina y dorada, como la de El Palmar, la de Zahora o la de los Caños de Meca. Desde sus inmediaciones se puede hasta divisar la costa africana. Para los amantes de la ornitología tiene un valor añadido por su diversidad de aves marinas y migratorias.

6. Faro del Caballo, Santoña (Cantabria)
Los acantilados del monte Buciero, en el comienzo de la ría de Santoña, esconden un faro peculiar. Para acceder faro del Caballo hay que bajar unas escaleras de unos 700 peldaños construidas por los reclusos del penal cercano. Es recomendable ir en un día soleado y tranquilo, ya que el recorrido es irregular y una vez allí se puede disfrutar de un buen chapuzón en aguas del mar Cantábrico.

7. Faro del cabo de Creus, Girona (Cataluña)
El cabo de Creus, situado al norte del golfo de Rosas, es el punto más oriental de la península ibérica. La riqueza natural y geológica de su entorno hizo que fuera declarado Parque Natural en 1998. En su extremo se ubica un faro desde donde se puede admirar este entorno y sus bellos amaneceres.

8. Faro del cabo de San Antonio, Jávea (Alicante)
La localidad alicantina de Jávea posee un faro que merece la pena visitar por su bello entorno natural: el Parque Natural del Montgó. El cabo de San Antonio, donde está ubicado este faro que data de 1855, es una zona de gran biodiversidad, declarada Reserva Marina en 1993. Con días de claridad incluso se pueden ver las islas de Ibiza y Formentera.

9. Faro del cabo Lastres (Asturias)
En funcionamiento desde 1994, el faro del cabo Lastres fue último construido en Asturias. Situado entre los pueblos de Lastres y Luces, en un entorno de acantilados y verdes prados, fue elegido para rodar escenas de la serie ‘Doctor Mateo’. En este vídeo filmado con un dron se puede ver el faro y sus alrededores, como la playa de Rodiles o Punta de Tazones.

10. Faro del cabo Machichaco, Bizkaia (País Vasco)
El cabo Machichaco se encuentra al final de la ladera del monte Sollube y en el término municipal de Bermeo, junto a San Juan de Gaztelugatxe, muy conocido ahora tras haber sido escenario de la serie ‘Juego de Tronos’. El faro original fue construido en 1852 pero en 1909 se amplió con una torre que lo ha elevado hasta los 122 metros sobre el nivel del mar.

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Etiquetas: parques naturales, playas, red natura 2000, faros

Fuente: Eroski Consumer

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El café podría desaparecer

Cafe
El café podría desaparecer si no cuidamos el medio ambiente.
El cambio climático, el consumo insostenible y la falta de biodiversidad amenazan con dejar al mundo sin café en las próximas décadas.

Cada día se toman en el mundo unos 2.000 millones de tazas de café, el producto agrícola más comercializado del planeta. Sin embargo, amenazas como el cambio climático, la sobreexplotación de los cultivos o el riesgo de enfermedades a causa de la falta de biodiversidad podrían acabar con este hábito diario en las próximas décadas. Este artículo explica por qué el café se encuentra en peligro de desaparición y las soluciones para salvarlo.
Por qué el café se encuentra en peligro de desaparición
Las zonas donde hoy en día se puede cultivar café podrían disminuir hasta un 88% en Sudamérica hacia 2050 por culpa del cambio climático. Así lo señala un estudio publicado en la revista científica PNAS en fechas recientes. El trabajo, elaborado por un equipo internacional de investigadores, tiene en cuenta por primera vez la relación entre el clima y los polinizadores de esta planta, como las abejas. Según sus autores, los países más afectados serán Nicaragua, Honduras y Venezuela.

Los cultivos de café podrían disminuir hasta un 88% en Sudamérica hacia 2050 por el cambio climático

El artículo de PNAS se une así a otros estudios anteriores que desde hace años alertan de los peligros que acechan al café. En 2016, una investigación del Instituto del Clima de Australia también apuntaba al cambio climático que, junto a la acción de determinados hongos, perjudicaría a la producción de café. Según sus estimaciones más pesimistas, el cultivo de esta planta podría desaparecer definitivamente en 2080.
En 2012, un estudio publicado en la revista científica PLoS ONE por investigadores de los Reales Jardines Botánicos de Londres se centraba en la variedad arábiga, que constituye alrededor del 70% de la producción mundial de café. Sus autores concluyeron que las alteraciones de temperatura derivadas del cambio climático podrían suponer, en el peor escenario de análisis, la pérdida de hasta el 100% de la superficie apta para su cultivo hacia 2080 en Etiopía, lugar de donde es originaria esta variedad.

Pero además del cambio climático, el café sufre otras amenazas. Se calcula que en los últimos 15 años su consumo se ha incrementado en un 43%. La OIC, la organización intergubernamental que agrupa a casi todos los países productores e importadores, prevé que para 2050 las zonas aptas para el cultivo podrían reducirse a la mitad, mientras que su demanda se duplicaría. Hay que recordar que el café supone el medio de subsistencia para unos 25 millones de familias en todo el mundo, gran parte en los países pobres. No obstante, algunos expertos apuntan que esas afirmaciones se referían a la variedad salvaje, que representa una pequeña cantidad frente a la producción total.
La falta de biodiversidad es otro de sus problemas. A pesar de que hay unas 124 especies de café conocidas, la mayoría de los cultivos se centran en dos variedades: arábiga y robusta. Al igual que otros cultivos comerciales, como el plátano, su producción a gran escala se ha convertido en la práctica en monocultivos, de manera que una enfermedad común les afecta a todos. Por ejemplo, en 2013 una epidemia de roya, producida por un hongo, causó estragos en América Central.

Cuatro soluciones para salvar el café

– Protección de los espacios naturales donde se cultiva el café y lucha efectiva contra el cambio climático. Los autores del artículo de PNAS desarrollaban en su trabajo varias proyecciones que podrían ayudar a diseñar planes de gestión basados en varias medidas: conservar los bosques y la vegetación, la rotación de cultivos, el incremento del hábitat de las abejas junto a las plantaciones de café, cultivar bajo sombra para mantener la temperatura que necesitan las plantaciones o el aumento de las acciones que reduzcan el impacto climático.
– Consumo de café sostenible. El certificado de sostenibilidad contribuye no solo a potenciar un producto que cuida el medio ambiente y garantiza el presente y el futuro de su cultivo, sino también los derechos de las comunidades locales que trabajan en su elaboración. Los consumidores tienen a su disposición diversas etiquetas que certifican el origen sostenible de este producto.
– Mejora de la resistencia y biodiversidad de los cultivos. Las investigaciones para incrementar la resistencia de las especies comerciales, el desarrollo de variedades nuevas o híbridas o la recuperación de otras podrían ayudar también.
– Utilización de otras zonas más resistentes al cambio climático. Siguiendo las medidas de adaptación a un cambio climático ya inevitable, las plantaciones de café se podrían trasladar a otras regiones menos sensibles o donde las condiciones habrían variado para ser ahora más proclives a su cultivo, como los sectores más elevados.

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Etiquetas: agricultura, alimentos ecológicos, biodiversidad, café, cambio climático, sostenibilidad

Fuente: Eroski Consumer